En este artículo, Fernández Reigosa presenta la obra de Oppenheimer, al mismo tiempo que reflexiona acerca de la innovación, los empleos del futuro, las habilidades blandas y lo que nos depara en la carrera profesional ágil.
El libro ¡Sálvese quien pueda! del periodista argentino Andrés Oppenheimer no resultará totalmente novedoso para quienes hayan seguido en otras obras los comentarios sobre las tendencias del empleo del futuro. El lector encontrará aquí información que ya se ha visto analizada por populares autores como Thomas Friedman, Ulrich Beck, Alvin Toffler o Klaus Schwab. Sí se encontrará el lector con un libro de divulgación ameno, fácil de digerir.
¡Sálvese quien pueda! aborda el impacto de las nuevas tecnologías en el mundo de contadores, abogados, comunicadores, etc. sobre los que no haré comentario. Lo que sí me ha resultado más interesante pasa por el análisis de la robotización en los países periféricos, aquellos que han basado su crecimiento en la oferta de una mano de obra barata. Este proceso implicará cambios geopolíticos, por la relocalización manufacturera.
«La combinación del alza de los salarios en China y la caída de los precios de los robots está produciendo un auge sin precedentes en la industria». Indica Oppenheimer que la asociación que agrupa a los fabricantes de robots industriales de Japón destina el 70% de su producción a ese país, tendencia que se mantendría en tanto el aumento de los salarios chinos llevaría a más empresas locales a ahorrar en mano de obra.
Además, se indica que el abaratamiento de los robots industriales lleva a la posibilidad de relocalizar empresas en otros países a multinacionales interesadas en bajar sus costos logísticos (Adidas fabricará con impresoras 3D industriales un millón de pares de zapatillas en EE.UU. y Alemania que antes se hacían en Asia).
Las divergencias en torno al uso de robots industriales es evidente: «Según la Federación Internacional de Robótica, Corea del Sur tenía en 2015 un promedio de 531 robots por cada 10 000 trabajadores manufactureros en todas las industrias, Singapur 398, Japón 305, Alemania 301, Estados Unidos 176, España 150, Francia 127, Eslovenia 110, República Checa 93, China 49, México 33, Argentina 16 y Brasil 11.22»
Como parte de la «revolución robótica» de Xi Xinping el plan Made in China (2015-2025) se propone poner a China entre los diez países más automatizados del mundo.
Hay que conectar a las escuelas con las fábricas, buscando un mayor prestigio social del trabajo de los graduados de escuelas técnicas.
El apartado dedicado a la educación abunda sobre los MOOCS (cursos abiertos y gratuitos online) a los que se han volcado las universidades. Esta es una tendencia en desarrollo desde hace varios y no resulta lo más novedoso. Por el contrario, en relación a la robotización en las industrias, se cita a un industrial que indica la necesidad de revalorizar el rol de las escuelas técnicas, formadoras de quienes programarán los nuevos robots. Para esto, en EE.UU. se está procurando emular el sistema de aprendices de las escuelas vocacionales alemanas.
Pese al énfasis en la desaparición inminente de varios empleos, no se trata de un libro apocalíptico: las nuevas tecnologías han hecho desaparecer algunos empleos a lo largo de la historia, a la par que ha creado otros.
Dos grandes desafíos aparecen en el texto de Oppenheimer. Uno radica en la velocidad en la cual los cambios se están dando. Para poder reinventarse – sostiene el autor – resulta esencial contar con habilidades blandas, aquellas que se vinculan con el pensamiento crítico, el poder trabajar en equipo, la automotivación o la creatividad.
La automatización de muchas actividades rutinarias seguirá destruyendo empleos: para evitar una caída de la demanda deben buscarse alternativas. Al igual que hiciera hace varios años Beck en Un nuevo mundo feliz, no descarta opciones como la del «ingreso universal»: una asignación para cada ciudadano o, incluso, la propuesta de Bill Gates de gravar el uso de robots. Lo que es seguro, más allá del camino a tomar, es que debe contarse con un Estado presente, con capacidad para reinventarse y ofrecer soluciones creativas, ante un fenómeno tecnológico que, como indicara el pedagogo Juan Carlos Tedesco, genera mayor igualdad (para la fuerza laboral más calificada) y mayor desigualdad (para los menos calificados) al mismo tiempo.
Ciencia de datos aplicada a multiplicidad de rubros comerciales, ciberseguridad, servicios personales a adultos mayores, diseño de nuevas experiencias de usuario en el turismo, consultoría y servicios freelance a todo el globo mediante plataformas online serían algunos de los empleos a crearse para aquellos con la habilidad para adaptarse.
Quien requiera un análisis profundo, tal vez no encuentre en Oppenheimer un crítico avezado. Para quien busque algunas coordenadas sobre las tendencias en desarrollo o los nuevos nichos de empleo, puede encontrar una lectura entretenida, con pocas referencias y poco lenguaje académico.
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