Federico realiza una reseña del nuevo libro de Leo Piccioli. Liderazgo, coaching, nuevas tendencias de empleabilidad, habilidades blandas y más pistas de interés para los profesionales ágiles de hoy.
He leído con agrado el libro Soy solo de Leo Piccioli, cuyos artículos comencé a seguir recientemente en Linkedin. Al igual que otro popular autor argentino, Hernán Casciari, hiciera años atrás, el autor se basa en un modelo freemium: comparte contenidos gratuitos en la red, a la par que utiliza esto para aumentar su audiencia y vender otros productos (libros o conferencias sobre lo que denomina «management disruptivo»).
La obra salió a la luz luego de un proceso de crowdfunding que, como indica el autor, le permitió testear el interés del público. Quienes no hayan adquirido el libro por esa vía con un precio preferencial, deben abonar un precio algo elevado. Si como Piccioli indica en el libro, pensó en uno que la gente deseara conservar en su biblioteca, el formato lo vuelve un objeto de interés (buena tipografía en sus casi 400 páginas, tapa dura, márgenes adecuados, cinta marcapáginas). Si el interés pasa por crear una comunidad, creo que la iniciativa es correcta.
Piccioli comienza el libro refiriéndose a cinco tendencias con innegable impacto en el mundo del trabajo y la economía, que podríamos sintetizar como sigue: Felicidad (las nuevas generaciones no sólo buscarán el lucro) Responsabilidad (se aprecia el valor de organizaciones más transparentes) Automatización (sólo sobrevivirán aquellas actividades que impliquen habilidades sociales que sólo un ser humano aporta) Ubicuidad (las tecnologías atraviesan toda nuestra existencia, con una mayor hibridación online-offline, en la vida y en los negocios) y Exponencialidad (debemos estar preparados para adecuarnos como personas y como organizaciones a los cambios que depara una veloz tasa de innovación).
Pero es superando esta primera parte donde, creo, aparece lo más logrado de la obra. No se trata de un manual de técnicas, sino de un recorrido por los aprendizajes que se han derivado de una importante trayectoria de gestión del autor: no sólo se dan cita los aciertos, sino también aquellas falencias que derivaron en experiencias de mejora. Como se sugiere a lo largo de todo el libro, en un mundo dominado por la automatización creciente, lo más relevante pasa por la humildad para abrirse a los cambios que llegan en creciente número. Asimismo, se destacan en las distintas anécdotas reseñadas, diferentes habilidades sociales puestas en acción: empatía, trabajo en equipo, liderazgo, gestión de equipos de trabajo, delegación de tareas, motivación.
Y no sólo se habla de humildad, va un paso más allá Piccioli cuando indica que mostrarse vulnerable, lejos de restarle autoridad al líder, le permite conectarse empáticamente con mayor fortaleza con sus liderados.
El autor menciona reiteradas veces a su coach. No es raro encontrar estas referencias en la obra: recorrerla pronto nos pone en contacto con un ejecutivo que se muestra todo el tiempo convencido de la necesidad de conectarse con nuestras emociones en la gestión. Saber gestionar implica la interacción con un otro que nos enriquece: esto supone saber escuchar y comprender las emociones que influencian nuestras percepciones y las de quienes son liderados.
Se menciona la necesidad de respetar siempre la emoción del cliente (la emoción siempre es fidedigna: si se siente molesto hay que respetarlo) y separarla del aspecto racional (si tiene o no tiene sustento su emoción y cómo podría repararse eventualente la situación). La empatía es importante al interior del propio equipo de trabajo tanto como en el contacto con los clientes.
Tomar plena conciencia de nuestras emociones nos da libertad.
Tomar plena conciencia de nuestras emociones nos da libertad. Por ejemplo, sostiene que «una vez que te estás dando cuenta que te estás victimizando, las soluciones comienzan a aparecer más claras». Claramente no se trata de un texto de autoayuda, sino de un libro que atraviesa los vaivenes corporativos y también personales de una persona en una importante empresa. Dicha cita, que podría encontrarse en el punto 1 de cualquier decálogo de cualquier texto de crecimiento personal, no es por ello menos relevante.
Como en cualquier libro que recorra gran cantidad de experiencias personales, uno suele aferrarse más a unas que a otras. En mi caso, naturalmente, he encontrado más interesantes aquellas con las que me identifico: el lugar de las habilidades sociales como algo más que importante es algo que suelo destacar cuando me entrevistan para preguntarme qué buscamos con los proyectos de voluntariado juvenil que impulsamos desde nuestra ONG.
Otro apartado que me atrajo del texto de Piccioli es el que sugiere que entre brindar un servicio más barato que el precio considerado justo, es mejor darlo gratis. Barato te quita valor, gratis te aporta orgullo por el aporte realizado. Me parece una buena manera de entenderlo: suelo recomendar a todos los jóvenes que buscan ganar experiencia que comiencen a trabajar voluntariamente. ¡No hay mejor modo y hay miles de organizaciones de la sociedad civil que requieren voluntarios!
Decisiones: Deben ser veloces y descentralizadas.
En relación con lo anterior, se sugiere que hay tres formas de colocar un precio: basado en el costo, en el mercado o en el valor…y dos están equivocados. ¿Cómo enfocarnos en crear entonces más valor? Una de las sugerencias del autor pasa por tomar decisiones velozmente, y para ésto se debe lograr que las mismas se tomen lo más abajo de la pirámide que sea posible. La cantidad de niveles en una organización debiera ser escasa: se trata de lograr una pirámide achatada, con personal que pueda tomar decisiones con autonomía. Si las tareas rutinarias serán automatizadas, entonces quedarán las demás bajo la decisión de los más formados y, por ello mismo, a ellos debe delegarse capacidad resolutiva.
Otro punto que destaco: se indica que no es recomendable poner el tiempo en una sola cosa. Creo que esto es fundamental que podamos inculcarle a los jóvenes (y también a quienes no lo son tanto): podés tener un empleo, pero eso no quita que, a la par, no puedas desarrollar una segunda actividad que te permita experimentar, aprender, poner en práctica los valores que mejor te representan.
En un escenario de cambios veloces, la rotación laboral es mayor que hace décadas atrás. Debemos contar con la flexibilidad para reinventarnos todo el tiempo: si nuestro empleo no nos lo permite, mientras estemos allí busquemos la segunda actividad en la que podamos echar mano de esa creatividad tan necesaria.
Se habla de que tendencialmente podríamos llegar a vivir 120 años… Se señala en Soy solo, que deben fomentarse más capacitaciones y más breves en las organizaciones y dirigidas a personas que efectivamente requerirán dichas inversiones, pues el retorno de la inversión se justificará por un plazo más prolongado del trabajador.
Una pregunta que aparece en modo diverso en todo el libro es: «¿Cómo aportamos valor?» La lectura del apartado «Futuro» del libro puede dar algunas ideas sobre cómo prepararnos para lo que viene, lo que debemos cambiar en nuestras organizaciones pero, por sobre todo, en nosotros mismos. La automatización pondrá en tensión la naturaleza del empleo pero, de seguro, no acabará con él. Por ello, seamos creativos, flexibles y…más humanos. Esa es la apuesta que encuentro en el libro a través de diversidad de relatos de éxitos y fracasos reseñados, de modo muy entretenido. Otros, encontrarán otras cosas.
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