Muchos profesionales ágiles están hoy trabajando en empresas en transición hacia la Agilidad (Agile). ¿Cuáles son los primeros pasos para convertirse en verdaderas empresas ágiles?

Luego de mi último post sobre la transición profesional de desarrollador a Scrum Master, algunos lectores me escribieron preguntándome qué pensaba sobre la transición organizacional hacia la agilidad (Agile), un reto que muchas empresas hoy están viviendo, sean o no del sector tecnológico. ¿Cómo convertirse en verdaderas empresas ágiles?

Primero, me gustaría aclarar que la transición organizacional hacia la agilidad (Agile), al contrario de la transición profesional de un individuo, no es opcional. Está claro que las empresas que sobrevivirán los vaivenes del siglo 21 serán aquellas que puedan adaptarse rápidamente a los cambios – y no simplemente los tecnológicos, es decir, empresas realmente ágiles. Esto lo vimos claramente cuando aprendimos sobre la transición de iRobot. En este sentido, la transición hacia la agilidad se convierte en una suerte de instinto de supervivencia, como bien explica Ernesto Weissmann cuando habla de agilidad organizacional.

¿Por dónde empezar?

Aquí les dejo algunas recomendaciones para convertirse en verdaderas empresas ágiles:

  1. Las personas. Si la organización no está realmente lista para dar el primer gran paso, no contrate gente lista para liderar un equipo ágil. Todo lo que hará es crear frustración y terminarán yéndose. La agilidad es en muchos casos una pasión – ¡como podrán ver! – y es mejor dar pequeños pasos y no caer en un pozo sin fondo. Si su organización no está lista, mejor contrate un buen Coach ágil (Agile Coach) que pueda ayudarlo en la transición. Sus aportes serán invalorables.
  2. Los recursos. Muchas organizaciones cometen el error de querer realizar la transición con viejos equipos y aplicaciones obsoletas. No se trata de tener el último software a la moda, pero sí de disponer de recursos tecnológicos y no tan tecnológicos indispensables. Trabajé una vez en una empresa en donde nos sacábamos los ojos por cartulinas, fibrones y post-its. Y sí, ¡era una multinacional! Si considera que la transición hacia la agilidad es costosa, entonces tal vez debería replantearse su estrategia.
  3. Las habilidades blandas. Una buena transición implica que los miembros del equipo estén bien formados en las famosas «habilidades blandas«, que muy comúnmente son olvidadas pero que son muy importantes, especialmente en el mundo tecnológico. La agilidad (Agile) requiere creatividad, innovación y personas que estén dispuestas a trabajar en equipo, a escucharse, a realizar críticas constructivas, etc. Estas habilidades no se aprenden necesariamente en un curso o en la universidad y muchas veces es difícil encontrarlas en los miembros del equipo – no es ningún secreto, los seres humanos somos bichos complejos. Por eso, no dude en recurrir a un coach organizacional, a programas de educación no formal o todo otro tipo de metodología que le permite al equipo aprehender dichas habilidades y a superar obstáculos personales. En este sentido, aconsejo muchísimo la metodología Lego Serious Play.
  4. Los premios. No utiliza la agilidad (Agile) como una excusa para dar incrementos salariales, promociones o todo otro tipo de premio. La agilidad debe ser entendida como una forma de trabajar juntos, mejor, nunca como «la nueva moda» de la empresa en donde serán premiados quienes se aggiornen. Todos deberán ser premiados, en todo caso, porque si logramos ser ágiles, es por el esfuerzo compartido entre todos. Y si realmente somos ágiles, es el equipo quien deberá decidir cómo premiarse. He estado en una empresa en donde se puso de Director Agile a la persona que más sabía de agilidad – que no sabía mucho realmente – solamente para incentivar al resto a seguir el ejemplo. ¿Qué sucedió? Pues bien, los miembros se dieron cuenta que la persona en cuestión no sabía tanto como tener tal puesto y pensaron que era simplemente una cuestión de favoritismo. Evite estos errores, consulte con un coach Agile y ante todo, democratice las decisiones: el equipo sabrá responderle en consecuencia.
  5. El entorno. Por último, es importante tener en cuenta el entorno, y con esto nome refiero sólo a la competencia. En la agilidad se trabaja en un ecosistema donde la relación debe ser ganadora para todos. Piense en todas las partes que forman su empresa y que hacen posible su éxito: sus clientes, sus competidores, sus proveedores y colaboradores externos… ¡inclusive hasta quienes se ocupan de limpiar los espacios! Todos contribuyen a su manera. Tenga en cuenta sus opiniones, sus ideas y por qué no, ¡también sus críticas!

En síntesis…

Si está dispuesto a emprender el camino hacia la agilidad organizacional, véalo ante todo como una inversión para el desarrollo de su empresa, piénselo como un proyecto grupal y no uno individual y escuche a todos los involucrados.

Una empresa ágil es aquella que pueda adaptarse a los nuevos desafíos… ¡pero no sólo los tecnológicos! Los desafíos relacionados a los recursos humanos son, seguramente, los más importantes. Las nuevas generaciones quieren desafíos, lugares de trabajo donde pueden participar, crecer y aprender. Y ante todo, quieren trabajar en lugares donde sean respetados y puedan mantener un equilibrio laboral y personal. Las empresas ágiles también tienen en consideración todas estas cuestiones. Los Google de este mundo son empresas ágiles donde ir a trabajar es divertido y donde las personas mantienen relaciones interpersonales fructíferas. ¡Nunca lo olvide!

La transición hacia la agilidad no es fácil, pero sin dudas es muy enriquecedora en todos los aspectos. Y si tiene dudas o preguntas, ¡asesórese con expertos! Los coach ágiles podrán ayudarlos sin ninguna duda. ¡Muchos éxitos!

3 comentarios en «Profesionales ágiles, ¿empresas ágiles?»

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